jueves, 23 de febrero de 2012

Poniéndonos en lo peor (Simulacro de un final)

Nunca la pregunta fue más acertada: ¿y todo para qué? Nunca la pregunta tuvo una respuesta más simple: ninguna. Cubrirnos con agua y mirar el aire, fuera, libre, delicioso como el atrás. Una foto en la mejilla, un beso de los ojos, sólo esos ojos. Aquellos. Éstos ya no. El parpadeo de la música no calla la luz recién apagada, todavía está la desnudez de la página. Todo el cuaderno desnudo o vestido de harapos. Blablean en el autobús, inconscientes. Decía que la pregunta nunca tuvo una respuesta más simple, que es decir concreta, es decir: nada. Mi paz me dejas, mi paz me das. Esto cambia la pregunta: ¿y todo para ahora qué? Teletransportémonos.

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